Estoy leyendo Barioná, hijo del trueno, la obra sobre la Navidad que Sartre escribió en prisión.
Muy al principio, el protagonista quiere arrastrar a su pueblo al pesimismo, y les grita: “La mayor locura del mundo es la esperanza”.
Todos repiten a coro: “La mayor locura del mundo es la esperanza”.
Meet the new iPad Pro: the thinnest product we’ve ever created, the most advanced display we’ve ever produced, with the incredible power of the M4 chip. Just imagine all the things it’ll be used to create. pic.twitter.com/6PeGXNoKgG
— Tim Cook (@tim_cook) May 7, 2024
Así imagino la reunión de creativos de Apple en la que se decidió cómo iba a ser el anuncio de su nuevo iPad.
Apple quiere cargarse todo lo que te gusta, aplastarlo y hacerlo saltar por los aires. Ese es, por lo menos, el mensaje que manda con su anuncio.
Literatura, música, conocimiento…
Todo triturado bajo la gran máquina tecnológica que, a cambio, te da una tablet.
La idea, me imagino, era “todo lo que te gusta está en este iPad”. La idea que ha llegado ha sido “sálvese quien pueda de esta distopía”.
“Ey, pero el iPad será más fino todavía”, te dicen desde Apple. Eso en realidad sólo significa que te tendrás que gastar 90€ más en una funda nueva.
En Apple reconocen que el anuncio no ha sido un acierto. Pero ¿en serio, Tim Cook? ¿De verdad hay que creer que compañías que facturan miles de millones de euros no son capaces de diseñar un buen anuncio?
Esto no es un lapsus momentáneo de una multinacional que no ha sabido interpretar la realidad. Esto es Apple intentando fabricar una realidad a su medida y diseñando un futuro en el que tú creas que necesitas la tecnología más de lo que la necesitas.
Dicen que se han equivocado. Pero quizá sea su anuncio más honesto. Una auténtica declaración de intenciones: “No necesitas todas estas cosas. Nos necesitas a nosotros”.
Totalitarismo tecnológico, podríamos llamarlo. O, por lo menos, una relación con el consumidor muy tóxica.
Visualmente, el anuncio es muy representativo. En vez de que la vida se despliegue desde el iPad, se encierra y se hace más pequeña con él.
Hasta habría mejorado emitiéndolo al revés.
¿Qué clase de tecnófilos odiadores de la vida estaban presentes en esa reunión?
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Algo parecido ha ocurrido con Bumble, la aplicación de citas que “prioriza la iniciativa de las mujeres”. Whitney Wolfe Herd, su fundadora, ha explicado que su asistente artificial podrá ligar por ti y buscará a los mejores candidatos para que tú no tengas que hacerlo.
Y tú puedes pintar con acuarelas virtuales en el nuevo iPad mientras esperas a que Bumble te envíe la lista de pros y contras de los seleccionados.
El mensaje es claro. “Optimízate en todo”. “Aplica a tu vida personal los criterios de eficacia y rentabilidad de una gran empresa”. “No pierdas ni un minuto y no hagas nada que la tecnología pueda hacer por ti”.
Es decir, no eres más que un usuario que bien podría ser un simio. “Tú mantente ahí, haciendo scroll con el dedo, y ya nos encargamos nosotros de la vida por ti”.
La buena noticia es que ni el anuncio de Apple ni las declaraciones de Whitney Wolfe Herd han sido bien acogidas. Y no es de extrañar, porque la premisa es aterradora: un desprecio absoluto hacia lo real, lo tangible. Hacia lo que hace el día a día más humano y más llevadero. Más pleno.
We would never crush creativity. #UnCrush pic.twitter.com/qvlUqbRlnE
— Samsung Mobile US (@SamsungMobileUS) May 15, 2024
Las tecnológicas se están empeñando en ser prescriptoras de un futuro en el que muchos sólo vemos un mal capítulo de Black Mirror.
En su anuncio, Apple aplasta el conocimiento, el arte y el disfrute en pro de un producto de más de 1.000€. No parece consciente de que destruir todo lo que una persona ama es muy parecido a destruir a esa persona.
La tecnología está transitando por un camino peligroso, el que nos niega la interacción real y palpable, y que desprecia el valor del tiempo que pasas frustrándote hasta que, por fin, consigues tocar la canción completa en el piano. Niega la posibilidad de tener relaciones que no estén mediadas por una pantalla. De pasar el tiempo de una manera que escape a las métricas de productividad.
Querido Apple, he aquí un básico: si rechazas lo que hace que la gente sea feliz, será complicado que crean que quieres hacerles la vida más fácil.
Alguien debe decirles a las plataformas digitales que humanizar la tecnología no significa ponerle una sensual voz de mujer que te llame “cariño” cada vez que hables con ella.
Quieren que nos comportemos cada vez más como un robot. “Mete a tus potenciales novios en una IA para que ella seleccione los mejores perfiles; no le compres a tu hijo un piano, descárgale la app; ponle a tu abuelo una voz artificial que le dé conversación cuando tú no estés”.
Humanizar la tecnología sería valorar todo lo que hace la vida mejor y poner los productos al servicio de las personas. Para trabajar con más dignidad, para cuidar mejor de los nuestros, para aprender con más profundidad. No para crear un producto cuyo único objetivo es acaparar nuestro dinero, nuestros datos, nuestro tiempo y nuestra atención.
Apple, no te has enterado de nada.