El lujo no es solo para bolsillos asentados que tapan canas o estiran arrugas. El gasto que realizan los milenials (nacidos entre 1981 y 1997) y la generación Z (1997-2020) en la compra de gama alta crece. En 2022, el desembolso en lujo de estos dos grupos de jóvenes superó al de las personas mayores en España, según informaba recientemente Fashion Network. La previsión es que continúe en auge durante, al menos, los tres próximos años.
Desde el Boston Consulting Group, señalaban en la “True-Luxury Global Consumer Insight” que las marcas de lujo abren cada vez más tiendas en el mundo y se dirigen más a los jóvenes, según la nota de prensa en su web.
Ante este panorama, firmas gallegas como Bimba y Lola empezaron un viraje que enlaza con este 2024 hacia el semilujo. Hasta la mismísima Zara ha afianzado su colección Atelier, la más cara en su historia. En la última serie, de las siete piezas a la venta, tres se agotaron (dos chaquetas por 199 y 399 euros y una cazadora de cuero por 499).
Aunque en la web de Bimba y Lola ya comenzaron las rebajas, podemos encontrar prendas y bolsos de la colección cápsula con Palomo Spain con precios muy por encima de lo que acostumbraba a ofrecer la marca viguesa hasta hace poco.
Cuando lanzaron en octubre la venta de estas piezas en su web, surgía la duda de si habían calibrado bien la pirueta y si responderían las ventas ante unas prendas y una marroquinería así como bisutería con precios elevados. Un ejemplo es un abrigo largo de piel por 1.600 euros cuya talla M-L está, de momento, agotada. También se acabó el bolso en forma de capullo de rosa en piel roja o blanco roto (550 euros).
Los que todavía están a la venta son los bolsos tote XXL de piel por 1.200 euros. Los tres artículos forman parte de la colección que presentó Bimba con Palomo Spain en la Fashion Week de Nueva York.
Para comprender el viraje de Bimba y Lola basta con fijarse en Loewe, la única firma española entre las 50 del segmento del lujo más valiosas del mundo. En la segunda, podemos adquirir bolsos en un rango de precios de entre 650 (un divertido modelo llamado Blowfish en palma de iraca y piel de ternera) y 3.600 euros.
La profesora de Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya Neus Soler recuerda que “en ropa el lujo lo representan las marcas de grandes diseñadores que producen colecciones de edición limitada, que no son prêt-à-porter. Son firmas italianas y francesas, principalmente. Después hay marcas de diseño que explotan el nicho del lujo asequible, con productos cuya relación calidad-precio satisface las necesidades del público, pero que no son de la máxima calidad”.
Solo se vive una vez
Por otra parte, “el lujo siempre soporta las crisis económicas pero lo que sorprende en la actualidad es que son las nuevas generaciones las que están sosteniendo la compra de artículos de estas características. Los milenials y la generación Z consumen productos de moda de lujo motivados por una mentalidad ‘you only live once’ (solo vives una vez), la busca de experiencias nuevas y diferentes, la procura de calidad y autenticidad, el uso de la tecnología de manera equilibrada en el mercado de lujo y la manera más sencilla y adecuada de hacer inversiones y posteriores reventas”, explica Miriam García Calaza, investigadora predoctoral en la Universidade de Vigo que está desarrollando su tesis en el “Programa de Doutoramento a creatividade e innovación social e sostible”.
Con ropa de marca y sin coche
Si sorprende en un principio que el lujo crezca en época de crisis más salientable es que lo haga entre jóvenes, un sector de la población aquejado de un recorte en sus bolsillos. García Calaza nos da una respuesta muy ilustrativa: “La idea de gastos fijos que supone una casa o un coche no es factible para las nuevas generaciones que ya trabajan siempre en términos de copropiedad, colaboración y equipo (Bla bla car, Spotify). Las inversiones para ellos están en objetos que admiran y de los que conocen su posterior rentabilidad”.
Volviendo al caso Bimba y Lola, Neus Soler señala que en este caso “se posiciona como una marca de semilujo (el lujo accesible que comentaba en el párrajo anterior), y este tipo de colaboraciones, como la de Palomo Spain, pueden proyectarla hacia un segmento de más alta gama. Es una forma de posicionar mejor su propuesta y diferenciarse de las demás marcas. Pero hay que saber elegir bien el “partner”.
Neus Soler cree que la colaboración de Bimba y Palomo “tiene sentido” ya que él es “un diseñador joven y disruptivo, con una forma particular de concebir la moda, y colecciones rompedoras, lo que encaja con Bimba y Lola porque aunque los diseños de ésta son más clásicos, siempre se han diferenciado por tener un punto divertido”.
Sorprendente ha sido también la incursión de Zara en colecciones mucho más caras de lo que acostumbraba. “Con respecto a Zara –apunta Neus Soler– veo muy interesante el viraje que está dando para desmarcarse de la asociación con la fast fashion, diferenciándose de Shein, porque no lo está haciendo con el producto solamente, sino también con los puntos de venta (con un diseño cada vez más cuidado en aspecto, creación de una experiencia positiva de compra y sostenibilidad) y con el propio logotipo de la marca” que ha ido evolucionando en la dirección contraria al minimalismo originario “en un intento de acercarse al tipo de logo de las firmas de lujo”.
Zara busca cambiar su imagen con la segunda mano
Nuevos tiempos para el mundo y nuevos tiempos para Zara. El gigante de Inditex está diversificando su negocio y además de ofrecer colecciones con diseñadores, trabajar visualmente las historias en redes y su web con fotógrafos de moda icónicos e incluso con modelos de renombre o lanzar colecciones caras, ha decidido lanzar también su plataforma de venta de ropa (marca Zara) de segunda mano.
El camino es muy similar al de Zalando en 2020 cuando abrió la posibilidad de revender las prendas que se adquirían en su tienda online. En el caso de Zara, además, ofrece la alternativa de remitir los estilismos que quieras guardar pero que precisen una reparación en su red de talleres (poner botones, solucionar descosidos, cambiar cremallera o incluso eliminar bolas de las prendas de punto).
Para Neus Soler, de la Universitat Oberta de Catalunya, que Zara venda ropa de segunda mano o la arregle es “consecuencia de la toma de conciencia de la sociedad sobre la necesidad de cuidar el planeta. El consumidor demanda a las empresas que sean sostenibles. Las colecciones de mayor precio también encajan en esta tendencia. Como mejor se puede ayudar al medio ambiente es reduciendo la producción. Se trata de ralentizar la moda, racionalizando el consumo, lo que implica producir prendas de mayor calidad y mayor durabilidad (…)”. Miriam García, investigadora predoctoral de la UVigo, opina que “la revolución de la ropa rápida es insostenible por lo que se trabaja en un cambio que implique una producción más lenta. La plataforma de segunda mano es una forma de alargar el ciclo de la vida de su producto pero también justifica las líneas de precios más altos. Es un cambio de imagen, de concepto para alcanzar un nivel distinto a la marca low cost”.