Las redes sociales en las que los más jóvenes encuentran inspiración se llenan hoy de las etiquetas Grandpacore o Eclectic Grandpa, o lo que es lo mismo, imitar el estilo de nuestros abuelos a la hora de vestir. Pero ¿en qué momento hemos pasado del streetwear del chándal y las zapatillas a vestir como nuestros ancestros? La explicación es más sencilla y consecuente de lo que parece.
El Grandpacore o Eclectic Grandpa, dos maneras de llamar a esta corriente, parte de una premisa: volver a abrazar ese estilo retro que hasta hace poco nos parecía desfasado por pertenecer a otro tiempo. Eso sí, no se ha hecho ni de manera inmediata ni literal. De hecho, este nuevo estilo de abuelo se ha modernizado pasando por el tamiz del streetwear que ha dominado las tendencias durante la última década. Nos explicamos: primero fueron los mocasines, los cuales fueron apareciendo de nuevo en los armarios de los más entendidos en moda como alternativa a las zapatillas. El regreso del estilo preppy –que casualmente iniciaron los abuelos– fue uno de los detonantes de este nuevo gusto por uno de los calzados más populares a mediados del siglo XX. Ahora bien, aunque el penny loafer y el beefroll –dos de los diseños de mocasín más clásicos– fueron los elegidos, se actualizaron con suelas track o gruesas que acercarse visualmente a esas zapatillas chunky salidas de la moda urbana.
Combinados con calcetines esencialmente blancos –aunque las opciones de colores también comenzaron a llenar los cajones para destacar aún más los pies–, los mocasines empezaron a verse cubiertos por los pantalones de pernera ancha en todas sus versiones: vaqueros baggy, pantalones chinos rectos o pantalones tipo sastre con pliegues en la caja. Un corte clásico y retro, alejado de cualquier apretura y que, en cuanto a comodidad, se asemeja a una nueva versión del pantalón de chándal que tanto uso han dado los jóvenes de hoy en día.
Si seguimos subiendo por el look, la última parte que nos quedaba de esta conversión al mundo viejuno era la parte superior. Hasta el momento, las opciones más sport, en las que la sudadera era la reina, seguían triunfando, hasta que el armario masculino redescubrió el punto más allá de los jerséis de cuello redondo. El primer vistazo a aquellas propuestas vintage fueron los chalecos de punto que se mezclaban con camisetas boxy, después llegarían los polos XXL y, por último, los cárdigans, posiblemente la prenda más asociada visualmente al estilo de los abuelos. Prendas todas ellas hasta ahora oversize y que en el último año han adoptado cortes cropped para ajustarse a la cintura de esos pantalones anchos de pierna y altos de cintura. Todo ello sin olvidar el regreso de otros elementos retro como los trajes y las camisas oversize –que parecen sacados directamente del armario de tu abuelo– o las corbatas, posiblemente el accesorio que menos esperábamos que hiciera un come back.
La calle ha hablado, pero las pasarelas no se quedan atrás, y entre las propuestas primavera / verano 2024 encontramos grandes pinceladas de este Grandpacore. Como decíamos, la parte más evidente es la del punto y esa vuelta a las estéticas de antes. Para los meses de entretiempo, tres son los tejidos que han triunfado principalmente. Por un lado, los jerséis de punto clásicos con volúmenes arquitectónicos, similares a aquellos se que tejían antaño. Una apuesta que JW Anderson ha llevado a su máxima expresión tanto en Loewe como en su firma homónima. Por otro lado está el crochet. Tenemos ejemplos de ello en las artísticas propuestas de Alexander McQueen en forma de chaleco, los polos de Amiri con flores bordadas en la pechera o los cárdigans de Valentino. Por último, la propuesta más inesperada es el regreso al tweed en su versión más clásica, bien en traje de dos piezas como hacen en Dsquared2 o Dior Men, o en forma de abrigos o chalecos.
Ahora bien, ¿de dónde han tomado los jovenes la inspiración si esta tendencia no ha llegado de manera evidente a las pasarelas hasta ahora? De sus referentes de estilo. Corría el año 2021 cuando este estilo comenzaba a fraguarse, mismo año en el que el cantante Harry Styles revalidaba el puesto de persona más influyente en el mundo de la moda. Un artista que en los últimos años –y con ayuda de su estilista Harry Lambert– ha cultivado ese Eclectic Grandpa que todos vestimos ahora: chalecos de punto retro, pantalones de anchos XXL, americanas perfectamente cortadas… Es posiblemente el ejemplo más evidente, pero no el único, porque el artista multidisciplinar Tyler, The Creator es otro de estos grandes referentes en este sentido. Algunas de sus señas de identidad son calzar zapatos clásicos con calcetines blancos y lucir cárdigans de punto en colores llamativos. Sellos distintivos que vuelca en su propia firma, LeFleur, objeto de deseo para los más jóvenes y trendsetters. Como no hay dos sin tres, el último nombre en colgar de los tablones de inspiración de las nuevas generaciones es el de Jacob Elordi. Desde mucho antes de interpretar a Elvis en Priscilla, la última cinta de Sofía Coppola, el actor ya mostraba cierto gusto por esa esencia retro a la hora de vestir, pero durante el tour de promoción se ha acentuado aún más llevando trajes setenteros y piezas de punto –como el cárdigan amarillo limón que vistió en The Kelly Clarkson Show o el polo de punto gris que se plantó para Tonight Show! Starring Jimmy Fallon– que han disparado todas las búsquedas. Y tenemos más ejemplos: Damiano del grupo Maneskin o, llevándonoslo a un terreno más local, C. Tangana y el “look españita” que le ha concedido un sello estético indiscutible para construir a su madrileño.
¿La explicación de este nuevo gusto por lo que antes nos parecía el horror? Se podría adjudicar a los constantes ciclos de la moda, esos por los que, cada cierto tiempo, recuperamos la moda de hace 20 años para ponérnosla de nuevo. Sin embargo, agarrarse a este único valor resulta insuficiente. Otro factor es la nostalgia que en los últimos años ha funcionado como catalizador de tendencias entre todos los públicos, el manido “cualquier tiempo pasado fue mejor” parece seguir funcionando a modo de estrategia de marketing de la misma manera que la de “el sexo vende”. Y por último, a los mecanismos de acción-reacción propios de cualquier sociedad, nos explicamos: la Generación Z, esa que ahora transita la postadolescencia o los primeros años de juventud, ha vivido su primera experimentación estética a lo largo de una década en la que ha triunfado el streetwear. Por decirlo de alguna manera, es lo único que han conocido en lo que a moda se refiere por lo que, al buscar una manera de romper con ello y encontrar nuevas formas de expresión estética, han virado al punto opuesto, a la elegancia, a lo formal –aunque desde su perspectiva–, y eso se lo han dado el quiet luxury o lujo silencioso primero y los abuelos que se peinaban con colonia para ir a misa los fines de semana después. Estéticas que para ellos ahora parecen lo más novedoso del mundo, en parte por estar en desuso cotidiano y en parte por no haberlo vivido, de ahí este resurgimiento que parece que reinará las próximas temporadas.